¿Por qué hay que tener un buen nivel de vitamina D?

La vitamina D, conocida principalmente por su papel en fortalecer los huesos, es esencial para mantener una buena salud. Más allá de su contribución al sistema óseo, esta vitamina posee propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y neuroprotectoras que son fundamentales para diversas funciones celulares en el organismo.

Su rol primario es facilitar la absorción del calcio, elemento vital para la estructura ósea. Sin la presencia adecuada de vitamina D, el cuerpo no puede asimilar correctamente el calcio, lo que puede resultar en huesos débiles y propensos a enfermedades como la osteoporosis.

Aunque no se encuentra en abundancia en la mayoría de los alimentos, se puede obtener de pescados grasos como el salmón, las sardinas y la caballa, así como de productos lácteos fortificados. No obstante, la principal fuente de vitamina D es la exposición a la luz solar, ya que los rayos UV convierten un químico presente en la piel en la forma activa de esta vitamina.

Vitamina D en la piel

La cantidad de vitamina D que produce la piel va a depender de varios factores, como la hora del día, la estación, la latitud y el tono de la piel. Los protectores solares, aunque son necesarios para prevenir el cáncer de piel, también pueden limitar la producción de esta vitamina.

Muchas personas, especialmente adultos mayores o aquellos que tiene una limitada exposición al sol, pueden tener dificultades para absorber suficiente vitamina D. Un simple análisis de sangre puede ser determinante para detectar niveles bajos y, en caso necesario, el médico puede recomendar suplementos vitamínicos.

Las dosis recomendadas varían según la edad. Los niños menores de un año pueden necesitar alrededor de 400 UI (unidades internacionales) diarias, mientras que para adultos y personas mayores de 70 años, la recomendación puede llegar hasta 800 UI.

Otras implicaciones en la salud

Más allá de su implicación en la salud ósea, la vitamina D está siendo investigada por su influencia en diversas condiciones de salud. Los estudios sugieren que niveles bajos de vitamina D pueden estar relacionados con un mayor riesgo de enfermedades como pueden ser ciertos tipos de cáncer, deterioro cognitivo, esclerosis múltiple, entre otros.

En algunos trastornos heredados, como la hipofosfatemia, los suplementos de vitamina D pueden ser una parte muy importante del tratamiento. También se ha observado que una deficiencia de vitamina D está vinculada con afecciones como la osteomalacia, la psoriasis y el raquitismo, aunque los resultados pueden variar.

Es importante destacar que la vitamina D, al igual que otras sustancias, puede ser perjudicial en exceso. Tomar dosis elevadas de suplementos de vitamina D puede provocar efectos secundarios como son las náuseas, la pérdida de apetito, la debilidad y problemas renales, entre otros.

Por tanto, es importante saber equilibrar la ingesta de vitamina D para poder mantener una salud óptima. Tanto la deficiencia como el exceso pueden conllevar riesgos importantes para la salud. Si no se obtiene suficiente vitamina D de la exposición solar o la alimentación, los suplementos pueden ser necesarios, pero siempre es recomendable su uso bajo la supervisión y recomendación de un profesional de la salud.


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