El secreto de la Vitamina D que puede transformar tu salud

La situación de déficit de vitamina D en España se está convirtiendo en motivo de preocupación, ya que afecta al 63,2 por ciento de la población. Este problema adquiere especial relevancia en mujeres menopáusicas, ya que la carencia de vitamina D se vincula directamente con la osteoporosis, el riesgo de fracturas, la sarcopenia, las caídas y, además, aumenta la propensión a enfermedades crónicas como la obesidad, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, enfermedades metabólicas y el desarrollo de procesos neoplásicos.

La vitamina D desempeña un papel crucial en el aparato locomotor, influyendo significativamente en la función muscular. La falta de esta vitamina se asocia con un mayor riesgo de caídas, principalmente en ancianos, así como con una disminución del volumen y la fuerza muscular. Además, al participar en procesos de proliferación celular muscular y en la señal osteomuscular, las personas con deficiencia de vitamina D experimentan mayor frecuencia e intensidad de dolores musculares y articulares crónicos, así como menor tolerancia al esfuerzo y al ejercicio.

Mantener niveles adecuados de vitamina D mejora los resultados de densidad mineral ósea en la cadera, reduciendo el riesgo de fractura y mejorando la respuesta a tratamientos antirresortivos. Aunque durante mucho tiempo se ha reconocido la influencia de la vitamina D en el metabolismo mineral óseo, recientemente ha habido un renovado interés en sus efectos extraóseos, explorando su relación con enfermedades autoinmunes, procesos oncológicos, enfermedades metabólicas, cardiovasculares, hipertensión arterial, patología muscular, embarazo y fertilidad.

Deficiencia de Vitamina D

En la actualidad, la deficiencia de vitamina D se considera una «pandemia mundial» que afecta a más de un tercio de la población global. En España, a pesar de la disponibilidad de numerosas horas de sol, se observa una situación similar e incluso con niveles inferiores a los de países nórdicos con menor exposición solar, pero que suelen complementarla con suplementos y ajustes en la dieta.

Solo el 10 por ciento de la vitamina D en el organismo se adquiere a través de la dieta, mientras que el resto se sintetiza en la dermis debido a la exposición a los rayos UVB. Sin embargo, factores como filtros solares, capa de ozono, nubes, contaminación, cristales, incidencia oblicua de los rayos solares según la latitud, color oscuro de piel y factores de protección solar, entre otros, dificultan esta síntesis. De ahí la necesidad de la suplementación oral con vitamina D para mantener niveles adecuados en sangre.

Además, la melanina compite por la energía fotónica de los rayos ultravioleta solares a nivel de la piel, lo que significa que las personas de piel más oscura requieren entre tres y cuatro veces más exposición solar para alcanzar niveles equivalentes de vitamina D en comparación con personas de piel clara.

Niveles de vitamina D recomendados

Existe un consenso internacional que establece que las necesidades óptimas de vitamina D son aquellas que permiten alcanzar un nivel sérico de 25 OH vitamina D superior a 30 ngr/ml, ya que con este nivel se logra la máxima absorción intestinal de calcio y se evita el hiperparatiroidismo secundario. En este sentido, mantener un nivel adecuado de vitamina D se revela como crucial en diversas etapas de la vida de la mujer, ya que prácticamente todas las células del organismo poseen receptores específicos para esta vitamina.

Además de su influencia en la salud ósea, se ha demostrado que la vitamina D mejora la sensibilidad a la insulina, estimula la liberación de insulina y actúa como factor protector contra la diabetes tipo 2. También se ha observado que niveles adecuados de vitamina D se asocian a un menor riesgo de cáncer de mama, próstata y colon, desempeñando un papel clave en la regulación de diversos mecanismos celulares involucrados en la transformación tumoral de las células.

En resumen, abordar la deficiencia de vitamina D se convierte en un desafío importante para la salud pública, especialmente en la población española, donde la exposición solar no garantiza por sí sola niveles adecuados. Conocer y corregir esta carencia no solo impacta en la salud ósea, sino que también puede contribuir a prevenir diversas enfermedades crónicas y mejorar la calidad de vida, especialmente en mujeres posmenopáusicas.


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