Así actúa tu organismo cuando consumes a diario vitamina C

La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico, desempeña un papel crucial en nuestra salud y bienestar. A diferencia de algunas vitaminas que nuestro cuerpo puede producir internamente, la vitamina C debe incorporarse a través de la alimentación, ya que nuestro organismo no tiene la capacidad de sintetizarla por sí solo.

Esta vitamina es esencial para numerosas funciones fisiológicas y, dado que no puede almacenarse en el cuerpo, es imperativo incluirla en nuestra dieta diaria.

Dónde encontrar la vitamina C

Si bien los cítricos como naranjas, limones, mandarinas y limas son conocidos por su contenido de vitamina C, existen numerosas frutas y verduras que la superan en cantidad. Fresas, kiwis, piñas, papayas, sandías, melones, brócoli, espinacas, tomates, pimientos rojos y verdes, boniatos y patatas son ejemplos de alimentos ricos en esta vitamina. Curiosamente, el pimiento puede superar significativamente a la naranja en contenido de vitamina C, llegando a tener hasta 242 miligramos por cada 100 gramos, en comparación con los 53 de la naranja.

Además de obtener vitamina C de fuentes naturales, también se puede encontrar en forma de aditivo E 300, que es simplemente ácido ascórbico. Este aditivo se utiliza comúnmente en la conservación de frutas, verduras y algunos productos cárnicos debido a su efecto antioxidante. El E 300, cuando se encuentra en conservas junto con el vegetal en cuestión, agua, sal y E 300, actúa como un agente para prevenir la oxidación del producto una vez abierto.

Cuánta vitamina C necesita mi cuerpo

Los adultos de 19 a 64 años necesitan al menos 40 mg de esta vitamina al día. Esta vitamina desempeña un papel crucial en la absorción de hierro, la cicatrización de heridas y el mantenimiento de la salud bucodental, así como en la salud de dientes, cartílagos y tendones. Además, su poder antioxidante ayuda a protegernos contra radicales libres, que, si se encuentran en exceso, pueden contribuir al desarrollo de enfermedades óseas, cáncer y cardiovasculares.

Aunque la vitamina C no puede prevenir resfriados, sí puede reducir los síntomas y su duración debido a su capacidad antioxidante. No obstante, es crucial no excederse en su consumo, ya que dosis elevadas (más de 1000 mg al día) pueden provocar efectos secundarios como dolor de estómago, diarrea y flatulencia, que deberían desaparecer al suspender la ingesta.

Es importante advertir contra algunos mitos comunes sobre la vitamina C, como la idea de que las vitaminas desaparecen al dejar el zumo de naranja abierto, aclarando que la vitamina C puede perder parte de su capacidad antioxidante en contacto con el oxígeno, pero el zumo seguirá conteniendo esta vitamina.

En cuanto a la suplementación de vitamina C, se sugiere consultar con un médico antes de recurrir a ella, ya que una dieta equilibrada que incluya una variedad de frutas y verduras suele ser suficiente. En casos de deficiencia nutricional o patologías que limiten el consumo de ciertos alimentos, los suplementos pueden ser una opción, pero siempre bajo supervisión médica.

Por tanto, la vitamina C es un nutriente esencial para nuestra salud, y su inclusión regular en la dieta contribuye al mantenimiento de diversas funciones vitales en el organismo.


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